La falsa «experiencia» del comensal y una real apuesta cultural

No sólo de «experiencias gastronómica» vive el comensal.

Ante tanta propuesta para «vivir experiencias» sentados en una mesa; como las de «innovación», de «pasos» de lo «casero», de la «técnica», de «producto», de «bodegón», de «elite» o de «pueblo», de «fama», y de muchas cosas más; lo que falta a la gastronomía es sumarle «un cacho de cultura».

Con esto no digo que la gastronomía no cumpla con creces su propósito que es restaurar y hacerlo de la mejor manera posible según las ideas particulares.

Hace ya varios años que en Argentina, la salida a comer se volvió el programa, y aunque hace 15 años nadie lo hubiera pensado, hoy se habla más de comida que de espectáculos, recitales o muestras , porque además, discos ya casi no existen.

Sin ánimos de crítica, sino de tratar de entender que ningún restaurante o chef necesita (ni tiene que) obligarse a crear «experiencias». Tenemos que entender, sobre todo los comunicadores, que sus propuestas e ideas al plato deben bastar y alcanzar para lo que el comensal (hasta el más foodie) espere en ese ida y vuelta que se da en el transcurrir entre plato y plato.

Si lo que le venía faltando a la alta gastronomía porteña, era contenido; hay una persona, en realidad una familia, que está tomando la punta en eso y lo hace con conocimiento y muy en serio. Ellos son los García, Guadalupe y Juan (hija y padre) que desde sus restaurantes, siempre buscan la vuelta para que la comida no sólo signifique sentarse a la mesa.

Guadalupe García

Además de la ambientación, el servicio, la comida, la vajilla o el diseño, en cada una de sus propuestas hay un plus relacionado con su historia, con sus búsquedas, así como con las artes: la música, la danza, la poesía, la literatura, el teatro, la impro y hasta la escultura gastronómica.

Así se sucedió en el festejo de los 10 años de Casa Cavia, donde el restaurante se convirtió en escenario de una obra de teatro y literatura, donde la comida de Juli Caruso, fue parte de la puesta en escena.

El nuevo proyecto que están presentando, y que inauguraron en la biblioteca de la centenaria casona de Barrio Parque, es una cava con vinos del mundo con la idea de compartir la pasión de Juan por la viticultura mundial.

Com Andrés Vignoni, Juan García

Tan personal surgió el tema, que antes de arrancar a pensar en el negocio, la cava comenzó a llenase con incunables de su bodega personal y hoy cuenta con el asesoramiento del winemaker Andrés «Mono» Vognoni (Ex Cobos) que ademas se suma a la bodega con sus vinos Raquis, que están disponibles en el sector de los íconos nacionales.

Además de los grande elixires de todos los mejores rincones de Europa, con etiquetas re, más o menos famosas; con altos y medios precios; la idea es que un grupo de amigos o familia pueda optar por probarlos en una de las cálidas habitaciones, para conversar, aprender y entender siglos de historia cultural. Un recorrido con la guía de la experta sommelier Delvis Huck Cada uno de estos vinos únicos, está pensado para ser acompañado con los platos de la gran cocinera Caruso y una música seleccionada que acompaña la velada

En este tren, la apuesta sigue, y este 9 de julio, decidieron poner en valor, la gran música del folklore argentino con un menú que recupera la identidad argentina.

La movida será en el moderno Asadero de Olivos, en donde se encontrarán maestros del folclore argentino para hacer un show especial junto a sabores de nuestra tierra.

Una idea más de Lupe García, quien gesta, promueve y lleva adelante, estas interesantes puestas culturales en donde la alta gastronomía es también parte de la movida.

A los bifes

El menú del próximo martes 9 de julio será en una jornada para distenderse (otra cosa que le falta a «las experiencias») y disfrutar de 12 a 16.

Empanadas; humita al horno de barro con galletas marineras; carbonada vegetariana o clásica y un infaltable flan con crema y, claro, con dulce de leche. Todo acompañado por copas de Catena Zapata, no 1, sino 2 copas.

Reservas: +54 9 115989-7795. Corrientes 400, Olivos.

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