Innovación y tradición en una botella

En Pulenta Estate, todo comenzó cuando en 1981, Don Antonio Pulenta plantó unas de las primeras fincas en Los Árboles, del aquel inhóspito Vale de Uco.

Con su conocimiento agronómico, creó luego la finca de Alto Agrelo, en Luján de Cuyo, y en las dos fincas se generan las uvas de sus grandes vinos.

Sin embargo, su empuje e innovación la llevaba en la sangre; desde la llegada de Angelo Pulenta y Palmina Spinsanti provenientes de Ancona, Italia, quienes en 1912 plantaron la primer viña en Argentina. En 1930, con su hermano, fue propietario de uno de los íconos de la viticultura argentina, la Bodega Peñaflor, que vendieron a fin del XX; cuando comienza el proyecto Pulenta Estate.

Alto Agrelo, Pulenta Estate

Esas fincas plantadas, Don Antonio se las deja a sus hijos, Hugo y Eduardo, quienes en el 2002 construyen una pequeña bodega con el proyecto de hacer vinos de alta gama; Eduardo enfocado hacia la enología y Hugo en el área comercial.  

“Una época en que, con la búsqueda de alta gama también comenzamos a trabajar con la exportación”, comenta Diego Pulenta, el hijo de Eduardo, y 4ta generación de la familia.

Javier Lo Forte es el reconocido enólogo que, junto a la familia Pulenta, desde hace décadas lleva adelante la producción de los vinos. Con el fascinante paisaje cordillerano de Alto Agrelo como escenario, explica que “Cuando empieza a crecer la bodega nacieron las distintas líneas, la línea joven que es La Flor que acaba de renovarse,  los reserva con la línea Pulenta Estate y la línea Pulenta Gran donde está el ícónico Cabernet Franc y el Gran Corte”

El Franc, un ícono de la bodega

El Cabernet Franc de Pulenta es un ícono de la casa vitícola así como de los vinos argentinos. La variedad fue plantada por Don Antonio en 1992, en la finca que rodea la bodega.

En ese momento también plantó tannat, petit verdot y merlot, una variedad que en esa época se usaba mucho. Hace más de 30 años que él ya pensaba en las variedades que funcionan recién hoy.

“Nuestros primeros cabernet franc puros los elaboró Eduardo Pulenta en 1992; también adelantándose a las tendencias; al igual que lo siguen haciendo los hijos Diego y Edu y Nina; que es la hija de Hugo”, agrega Lo Forte

Pero no solo plantó variedades nuevas para el tradicional paladar argentino, sino que instala el riego por goteo, lo más nuevo que había gracias a la tecnología de Israel.

“Ahora todos hablan de la sustentabilidad, pero Don Antonio siempre decía que había que dejar la tierra mejor que en las condiciones que las encontraron; y por eso el tema del ahorro del recurso”, comenta Javier.

En esa línea, cuando Eduardo construye la bodega elige poner la sala de barricas y las piletas en el subsuelo, con el fin de que estén climatizadas naturalmente. 

Diego Pulenta y Javier Lo Forte custodiando al ícono de Pulenta Estate

La Flor, sustentabilidad al palo

Además de todas las certificaciones con las que cuenta la bodega, en el nuevo proyecto de rebranding de La Flor, los tres primos, Nina, Diego y Eduardo apostaron con todo al paradigma sustentable.

Volviendo al uso inteligente de los recursos con el que arrancó su abuelo, ellos generaron un programa de biodiversidad para encontrar el equilibrio natural en el ecosistema. Instalaron una planta para el uso eficiente de las aguas subterráneas para el riego por goteo, donde se realiza el tratamiento de limpieza del agua el agua que se usó en la bodega antes de devolverla al sistema. Apostando a las energías renovables, instalaron 250 paneles solares con los que generan el 100%, y más, de la energía consumida. Y claro a la familia fierrera y amante de la velocidad;  no podía faltarle el primer punto de carga en una bodega argentina para autos eléctricos.

Y antes de llegar a la mesa, el compromiso con el entorno está también presente en las botellas con vidrio reciclado y que son más livianas para reducir la huella de carbono en el transporte.

“Lo importante no sólo es innovar sino mantener consistencia”, dice Diego Pulenta. “Y con esa consistencia que nos dan nuestros viñedos únicos; podemos hacer vinos como los orgánicos; o el naranjo, o muchos de proyectos de nuevas uvas y zonas. Seguimos investigando lugares, para estar en movimiento en esta industria tan competitiva y dinámica. Es un gran desafío entender que somos tradicionales e innovadores al mismo tiempo”, explica Diego Pulenta.

La experiencia Gran Corte

El Gran Corte es el ícono de la bodega.  “La línea Gran surgió buscando reflejar los grandes vinos de Europa pero lo quisimos nombrar en español. Es decir, pensando en un assamblage en francés, o un blend en inglés, elegimos decir Gran Corte”, asegura Diego.

Para entender cómo está compuesto este vino; desde el área de enoturismo ofrecen una experiencia exclusiva dentro de la cava. Allí se degustan los componentes del Gran Corte, que llegan en elegantes frascos de cristal. Una propuesta lúdica para ir entendiendo cómo se elabora esa copa final, el Gran Corte 2020, que es el que está en este momento a la venta. 

Una gran experiencia para entender la complejidad del vino copa a copa

“Para el Gran Corte, lo que buscamos es lograr complejidad ,y para eso necesitamos muchas cosas diferentes en pequeñas cantidades. Así entran a jugar las especias del merlot, el caramelo del tannat, los frutos secos del petit verdot, junto al cabernet y al malbec”, cuenta Javier sentado en la gran mesa ubicada entre las barricas.

Antes del ingreso a la cava, los fanáticos de las pistas pueden admirar y conocer una decena de motores de Fórmula 1 de Ferrari y sobre todo de Porche, que desde el 2003, elige a la Pulenta Estate para acompañar los lanzamientos mundiales de sus nuevos modelos.

Hugo y Eduardo Pulenta, representantes del lujo motorizado en el país.

Al ritmo de cada copa del Gran Corte, Diego recuerda a su abuelo Don Antonio “Durante muchos años, esta finca fue la última de Agrelo, por la altura máxima que era hasta donde se llegaba. El exploraba, y por eso plantó de todo para ver qué era lo que mejor se daba en esa zona, inhóspita en esa época,  así en 1992 plantó el Cabernet Franc. Nadie en la historia se hubiera imaginado que iba a venir la moda que hoy existe. Nosotros siempre fuimos reconocidos por nuestro cabernet franc y por suerte tenemos mucho”, explica y piensa que, si su abuelo pudiera probar el Gran Corte, no lo podría creer. “Más allá que era un pionero en hacer cosas, sobre todo en la viña, porque mi abuelo era de la viña -no de la bodega – la viña era su jardín; estos vinos no son el estilo de lo él imaginaba o tenía en su cabeza respecto de lo que se podía hacer cinco décadas atrás”

Copa por copa. Cada uno de los varietales que componen el vino

Lo mismo pasó con los multipremiados blancos de sauvignon blanc; no eran los vinos de volumen y granel que el conocía “Nunca pudo entender la calidad del sauvignon blanc que terminamos sacando. Mi abuelo era de tomar blanco todos los días; y se había enamorado de Sauvignon Blanc”

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